¿Reforma energética o sumisión?
Por: Armando Vega Marcial
Días después de la
declaración del Presidente Lázaro
Cárdenas del Río el 18 de marzo de 1938, el pueblo de México -ese pueblo
que vivía en pobreza amenazado por los "perros de la guerra" que se
vislumbraban en Europa-, por fin se establecía a través de una decisión
valiente: crear una segunda independencia: la económica. Desde inicios del siglo pasado las
transnacionales inglesas y norteamericanas vieron el potencial del subsuelo
mexicano, el petróleo, ese energético que mueve al mundo hasta la fecha.
Es lógico pensar que derechos legales internacionales
exigirían el pago de la infraestructura expropiada; un gobierno como el de
Cárdenas no lo evadió, pero en las arcas no había lo suficiente y, ¿qué
paso? El pueblo, a pesar de sus
carencias, acudió a depositar hasta su última moneda, enser, animal, para
saldar parte de esa deuda y fue el pueblo en sí, porque había otros que
renegaban de un gobierno socialista -como fueron los antecedentes del PAN que
ahora, también como en esos tiempos, prefieren vender y asociarse con los que
saqueaban al país.
En los últimos 75 años Petróleos Mexicanos, como se denominó
a la mayor industria del país, salió avante con carencias y limitaciones. Los acontecimientos de la gran guerra
contribuyeron a consolidarla como parte de la victoria en contra del nazi-fascismo;
siempre considerada como pilar de la economía ha sido codiciada por los grandes
capitalistas del mundo. Por fortuna
tenemos una Constitución Política que resguarda los "veneros del
diablo", como diría el poeta.
Hoy, los que pensábamos que protegerían de nuevo el subsuelo
y la industria petroquímica y refinadora son los nuevos
"revolucionarios" disfrazados, son los nuevos señores del dinero que
ven en Pemex su próxima mina de oro y no para el pueblo, sino para su clase
política y sus aliados empresarios.
Abrir las puertas y que sean los que se desterraron en marzo de 1938
pero con nuevas caras, tecnologías, dinero y poder político aliado, quienes se
apoderen de la economía.
Enrique Peña Nieto y sus asesores ya tienen el plan para
entregar la primera industria de México; para ellos no existe otra alternativa
que vender, concesionar, regalar; su temática y razón son que ya no existe
manera de reconstruir, ordenar, evaluar lo que ya se tiene.
Desde los años 80, en pleno boom petrolero, la ambición de
tener riqueza de los que han estado en el poder, ha sido saquear a Pemex. López Portillo, Salinas de Gortari -que es el
poder detrás de la silla presidencial en este momento y que empezó a abrir la
puerta con su globalización y gobierno neoliberal-; y vienen los panistas: Fox
que saqueó al país a través de Pemex -en su mandato la mayor producción
petrolera, ¿y dónde está toda esa riqueza?-;
y Calderón, que con amigos y socios terminaron por concesionar todo.
Hoy EPN pretende rematar toda la industria, minimizar todo
lo que se refiera a la administración para convertirse sólo en recolector de
las rentas que le paguen los que vengan de adentro y de afuera; quebrar al
Sindicato Petrolero doblegándolo poco a poco, limitando su contrato. Se quejan de los gastos pasivos para pagar
las jubilaciones y no toman en cuenta que todos esos hombres y mujeres trabajaron
para hacer lo que Pemex es hoy. Hemos
tenido crisis graves, como la del sexenio de Lamadrid o la de diciembre de 1988
y, sin embargo, los trabajadores petroleros mantuvieron la industria de pie, y
ahora son un estorbo, una carga fiscal.
Nuestro Contrato Colectivo de Trabajo ha sido y es el
reflejo de la lucha de la clase trabajadora.
Los líderes sindicales son lo que son porque forman parte del engranaje
de este gobierno y una manzana podrida en una canasta pudre a las demás. No sólo hay corrupción en el gremio sindical;
la hay en todos aquellos que llegan acompañando a los directores generales de
Pemex cada seis años y que mantienen corrupta su administración con los
grandes, medianos o pequeños negocios que hacen; es desde la cúpula desde donde
lo oscuro se maneja.
Nos dirán que sólo criticamos, que no damos soluciones; si
las soluciones deben venir de quienes detentan el poder. Unos cuya cantaleta es la de reforma
energética que es vender, como lo hicieron con Pajaritos pero por otro lado se
compra una refinería en Estados Unidos; otros cuya solución es entregar todo a
la iniciativa privada y modificar la Constitución y otros más que son tan
tibios que sólo dicen defender pero no dan soluciones. Los del Poder Legislativo están a gusto total
-no son parte de los 50.3 millones de mexicanos muertos de hambre.
Es lastimoso ver cómo se va quebrando y entregando la
principal industria del país. Yo
provengo de una familia de trabajadores petroleros que, como todos los que
estamos en esta industria, hemos trabajado para hacerla grande y que además
agradecemos por obtener el sustento, educación y tranquilidad para nuestras
familias.
EPN nos tratará de dorar la píldora, nos dirá con esa
elocuencia y verborrea que tiene, las bondades de su reforma, no importa a
quién afecte; total, para él serán seis años que pasarán haciendo más ricos a
los ricos y más pobres a los pobres.
Lo dicho el 18 de marzo de 1938: "por lo expuesto y con
fundamento en el párrafo segundo de la fracción VI del artículo 27
constitucional y en los artículos 1°, fracciones V, VII y X, 4, 8, 10 y 12 de
la Ley de Expropiación del 23 de noviembre de 1936, he tenido a bien expedir el
siguiente decreto: Artículo 1: se declaran expropiadas por causa de utilidad
política y a favor de la nación la maquinaria, instalaciones, edificios,
oleoductos, refinerías...".
Esto, señoras y señores, quieren hacerlo letra muerta. La nación ni se vende ni se alquila.
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