Perforando
Antonio Carrera
Se consumó otra trastada de Juan José Suárez Coppel,
director general de Petróleos Mexicanos, al hacer negocio en los oscurito con
los españoles, sin consultarle a nadie, y como si Pemex fuera una empresa
privada que se rige con autonomía… y no, la empresa petrolera –por ahora- aún sigue siendo del estado y por ende debe
rendirle cuentas por lo menos a su Consejo de Administración.
Primero fue con la petrolera Repsol, donde Pemex
pretendía tener más participación con la compra de acciones y pasar de 4.8 a
9.8 por ciento, pero el negocio se echó para atrás; hoy, el directivo va por un
nuevo intento al negociar –sin consultar a nadie- la construcción de dos barcos
o buques hotel en astilleros Navantia de Ferrol y Barreras de Vigo en Galicia,
España, un contrato que compromete recursos en el orden de los 400 millones de
dólares (más de 5 mil millones de pesos).
Los medios nacionales ya consultaron a los consejeros y
ellos confirmaron, que Suárez Coppel ni siquiera se tomó la molestia de
avisarles, mucho menos presentarle algún tipo de estudios para saber cual sería
el benefició real de Pemex con estos contratos… sobre todo porque en México hay
astilleros que bien podrían construir los buques-hotel.
De acuerdo al periódico El País, de España, dio a conocer
el acuerdo y que el contrato es la tablita de salvación de la industria naviera
de la zona gallega –y no es un chiste gallego- y se podría generar más de 3 mil
empleos en los próximos 2 años y medios.
Sin licitación de por medio, ni invitación a tres
personas y ni consulta, Suárez Coppel aprovechó la tragedia de Reynosa,
Tamaulipas, para firmar el acuerdo que desde hace cuatro meses se había
anunciado en esta columna y que causó el malestar del gremio mexicano.
Y claro que hay malestar, porque es un monto
significativo, que debió ser sacado a través de una licitación pública
internacional y no entregado a extranjeros. ¿No será la última voluntad de la
familia de Mouriño Terrazo?
No hay duda, aquí pierden los empresarios mexicanos que
han invertido una buena suma de dinero para reactivar los astilleros en el país,
pero resulta que el señor director de Pemex prefiere la mano de obra española
por encima de la mexicana.
Es cierto que a Petróleos Mexicanos le urge seguir
renovando su flota petrolera. Lo que no se vale es que se priorice a los
astilleros extranjeros –malinchismo empresarial- tal y como ha venido sucediendo en los
últimos años.
Por ejemplo, el año pasado Pemex Refinación concretó el
arrendamiento por 10 años, con opción a compra, de cinco buques-tanque todos
procedentes de Corea del Sur y con fecha de construcción el año de 2009: El
buque Ignacio Allende (antes Alpine Hallie) tiene una capacidad de carga de 250
mil barriles. Inició operaciones el 4 de enero de 2012, con la carga de
combustibles para su traslado de la Terminal Marítima Madero al Puerto de
Veracruz. Arribó al Puerto de Progreso el día 11 de enero.
Miguel Hidalgo II
(antes Ocean Crest), con una capacidad de carga de 320 mil barriles, inició
operaciones el 13 de enero y atracó en
Progreso, Yucatán, el 15 de enero de 2012.
Vicente Guerrero
II (antes Ocean Chariot), igualmente con una capacidad de carga de 320 mil
barriles, inició operaciones el 27 de enero de 2012, en la Terminal Marítima
Madero.
Mariano Abasolo
(antes Alpine Emma) tiene una capacidad de carga de 250 mil barriles y arribó a
la Terminal Marítima de Pajaritos el 22 de enero.
José María Morelos
II (antes Ocean Current), capacidad de carga de 320 mil barriles, se recibió en
Ensenada, Baja California el 27 de enero de 2012 y opera en el litoral del
Pacífico.
Las pregunta es ¿Qué gana Juan José Suárez Coppel con
construir los buques-hotel en España? ¿A quién le están pagando un favor? O
como dije arriba: ¿será la última voluntad de la familia Mouriño Terrazo?
No leemos en la próxima…
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